Descubrí que como mujeres y como creadoras contemporáneas, compartíamos visiones de mundo sobre la realidad, con las que queríamos producir y poner a debatir en el espacio de la ficción teatral.
Esta experiencia dio vida a más de 20 años de trabajo conjunto, creando y produciendo espectáculos interdisciplinarios en los que hemos puesto a dialogar teatro, poesía, danza moderna y contemporánea, flamenco, mimo, fotografía proyectada y video, con una multitud de instituciones y grupos cómplices, como SI Productores, el Centro Cultural de España, el Instituto Cultural de México, el Colegio de Costa Rica, Danza UNA, el Teatro Nacional y la Compañía Nacional de Teatro del Ministerio de Cultura; la Asociación Costarricense para la Investigación y el Estudio del Psicoanálisis, Transmutaciones Clínicas; los Museos del Banco Central, el PNUD; el Teatro Universitario de la Universidad de Costa Rica, el Teatro Espressivo y el Teatro UBÚ, entre otros que siempre escapan a la frágil e imaginativa memoria y una incontable cantidad de creadores escénicos, actores, músicos, bailarines y escritores que nos han acompañado.
Este “Desde la escena” número 2, se dedica a Ana Muñoz, artista visual, que con sus imágenes proyectadas durante la representación escénica, sus diseños de afiches, programas de mano, campañas publicitarias y fotografías de los espectáculos, ha dado una contribución fundamental al movimiento teatral costarricense, al incorporar la tecnología, como lenguaje, al hecho escénico desde 1994, época en la que las proyecciones multimedia y los videos no se practicaban en las artes escénicas del país, hasta hoy, que se han convertido en presencias innegables de los escenarios costarricenses.
Su voz proyectada, que ilumina la escena, se escucha con poderosa originalidad, convirtiéndose en un complemento, en una interlocutora visual, creativa y personal, de lo que sucede cada función, en los límites infinitos y efímeros de la escena teatral.
Conocí a Ana Muñoz en una segunda casa que tuve alguna vez, el Instituto Cultural de México, en 1994. Cuatro mujeres de teatro, Roxana Ávila, Nerina Carmona, Silvie Durán y yo y una fotógrafa, creímos en la utopía de hacer un espectáculo en grupo, en homenaje a la gran escritora Sor Juana Inés de la Cruz, al que llamamos Juana Inés.
Me impresionó la fuerza y la belleza expresiva de sus imágenes, tan poco convencionales, su anuencia a la experimentación, su humildad para aceptar supeditar la fotografía al teatro, reconociendo que lo más importante era aquello que pensábamos del mundo y nuestra intención de compartirlo con los espectadores, en fin, su fascinación por el arte teatral.